Concierto Ed Harcourt
La primera vez que vi a alguien utilizar un phrase recorder fue en el concierto de Final Fantasy. Me pareció maravilloso. La expresión de "el hombre orquestra" se llenaba de significado. Capas y capas de música iban construyendo elaboradas canciones a la vista de los asistentes. Me pareció una poesía en construcción. Las nuevas ventajas que ofrecen la tecnología hacen que gente tan exigente y detallista como Owen Pallett se puedan encargar ellos mismos de todos los ingredientes de una canción y que todos podamos ser espectadores de ello.
Lo mismo hace Ed Harcourt, otro joven multiinstrumentista, que, junto con The Veils, fue el encargado el pasado miércoles de abrir el telón del festival itinerante Wintercase, que se celebrará durante todo el mes de noviembre en salas de Barcelona, Madrid, Valencia y Bilbao y que reunirá a algunas de las bandas más importantes del panorama "indie" internacional. Un piano, tres guitarras, un mini xilofón, tambor, cacharritos varios de percusión y un pie de micro con luminosas rosas rojas, ocupaban el escenario de la pequeña del Razzmatazz, lugar ideal para conciertos como el que se avecinaba: Ed Harcourt, cantautor inglés o, mejor dicho, contador de historias.
Obsesionado en mantener el escenario en penumbra y con actitud entre romántico galán y un niño travieso, el cantautor ofreció su música, que en directo resultó ser apasionante y su voz espectacular. Ed Harcourt es un genio de esos que aparecen cada mucho tiempo. Un genio inconformista dado a la experimentación y a la exploración de la melodía, y que tiene su mirada más bien puesta hacia al otro lado del atlántico. Tenemos ante nosotros al Rufus Wainwright británico en su versión 2.0: más joven, maduro, preciosista, sensible y educadamente procaz.
Hiperactivo y juguetón, Ed Harcourt vino a presentar "The Beautiful Lie". Canciones como "Whirlwind In D Minor", "The Pristine Claw", "Visit From The Dead Dog" o "Scatterbraine" le permitieron crear un ambiente de ensueño que cautivó a los presentes, quienes no dudaron ni un momento en participar cuando el músico lo requería. Fluyeron también temas de sus anteriores trabajos, tintados siempre por el buen humor del joven Harcourt. Y es que su actitud, a medio camino entre música, actor y mago, no puede pasar inadvertida. Tampoco su destreza al piano, a la guitarra o su elegante voz.
Tras hora y cuarto de concierto, se fue corriendo como un niño al que llaman a merendar, pero volvió para acabar con la solicitada "Revolution In The Heart". Gran tema para dar final a un mágico concierto, convirtiendo al público en entusiastas coristas.
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